10 de junio de 2015

CUANDO YA TU RUTINA NO DA RESULTADOS

El ejercicio es parte de una vida sana y cómo no, una herramienta que también podemos usar para ponernos en forma. Se queman calorías, trabajamos en nuestros músculos y nos vemos mejor. Si ya tienes esto internalizado, pues buenísimo. Seguramente si estás en ese grupo, hasta amor tienes por la sudadera extrema.

Lo que pasa es que del amor al odio hay sólo un brinquito y lo que nos parecía fabuloso en un principio, al poco tiempo puede empezar a molestarnos, sobre todo cuando dejamos de ver resultados. Nos preguntamos: ¿cómo puede ser que con tanto esfuerzo, nos sintamos y veamos “igualitos”? Bueno, hay varias razones por las que tu entrenamiento puede que ya no de resultado y aquí te cuento algunas:
Prefieres caminar con lentejas en los zapatos que hacer ejercicio: Suena exagerado pero he visto casos. Cuando ya pasa el amor por el ejercicio y la gente lo siente como una obligación maluca, seguramente no te esforzarás haciendo lo que te corresponde. De hecho, seguramente echarás carro, no darás lo que tienes que dar, no te esforzarás lo suficiente. Y lo mejor que puedes hacer en este caso, es tomarte un descanso. Y si después de tu semana de descanso te sientes igual de desmotivado, trata de cambiar la actividad que vienes haciendo. O el lugar donde lo haces. Esto puede hacer que veas con una nueva perspectiva todo tu entrenamiento y empieces a esforzarte más de nuevo.
Llegaste a la meseta: Ponle que en un principio te sentías que estabas súper fuerte y duro, eras una máquina. Pero ahora no ves cambios. Te sientes estancado. Ese es el temido “plateau” o meseta de la pérdida de peso/quema de grasa/programa de entrenamiento donde tu cuerpo se adapta al ejercicio que venías haciendo y deja de brindarte resultados. Para poder salir de esto debes aumentar el tiempo de entrenamiento, la frecuencia (los días que entrenas en la semana) la intensidad (Sea en pesas o en resistencia) o todas estas variables pero no todas al mismo tiempo.
Prefieres hacer sólo cardio: Un plan de resistencia muscular requiere más tiempo y planificación que simplemente irte hacia la caminadora o la bicicleta estática en el gimnasio. Y si estás en ese grupo de los que ya no quieren ver más las pesas, puede que sea porque estás aburrido de tu entrenamiento. Lo mejor que puedes hacer es cambiarlo. Hacer circuitos es una buena manera de poner tu cuerpo otra vez en el camino de la diversión con las pesas.
Ya te sabes toda la coreografía: Esto pasa no sólo con los que entrenan en casa con el mismo videíto una y otra vez. También se ve en los gimnasios, esos que se vuelven los primeritos de la clase, que se saben mejor las vueltas que el profesor de zumba. ¿Y qué pasa? No sólo que te aburres como una ostra porque el amor se acabó sino que tu cuerpo también estará super acostumbrado a todos esos movimientos. Por más amor que le tengas a esa clase de Kick boxing quizás llegó el momento de decirle adiós y lanzarte a la aventura (que podría ser una clase de spinning, por ejemplo).
Tus pesas ya no te pesan: La idea del ejericio es que tu cuerpo se haga más fuerte, más capaz, esa sensación de super heróe con subidón de endorfinas que te da al terminar una rutina. Pero si llevas tiempo haciendo el mismo curl de bíceps con los mismos cinco kilos (que en un principio te parecían una tonelada), por supuesto que tu cuerpo se va a estancar. Por eso es bueno llevar un diario de ejercicios, donde veas con qué peso empezaste cada movimiento y cuántas repeticiones. Si ya tu 12 repetición te parece tan sencilla como la 1ra, tienes que subir el peso a esa mancuerna.
Analicen si van bien y no le echen la culpa a todo lo demás si es que el ejercicio no está funcionando. Asumir nuestra parte a veces es más difícil que levantar las pesas pero es lo que de verdad nos puede llevar  a que los cambios de verdad se vean.